sábado, 28 de abril de 2012

abril





















 

si tuviera tu boca
sobre mi espalda
tus besos
para desvanecer el frío
tu semen derramado en tinta oscura
si tu lengua tuviera
y tus atardeceres rojos
y tu voz
para gritar la esencia
y si alguien me cantara
desde lejos
las canciones de amor que tú decías
y nunca fuera abril
y nunca fuera.

[foto: oprisco]

miércoles, 25 de abril de 2012

Sobremesa
















El verbo no alimenta.
Las cifras no sacian.

—el hombre es un extraño animal.
(Blanca Varela)
Lo triste es soportar
las voces que suplican sin sonido
—sus ojos tan oscuros como el cieno—,
saber que comes cada día
y algún yogur caduca en la nevera.

Lo malo es la costumbre indiferente,
tapiada por el aire,
que ensaya una inocencia peligrosa.

Lo peor es la pálida penumbra,
el inventario
muerto a muerto.          

              Un café.

Y buscar un canal que nos hable del tiempo.

[foto: extraída de la red]

domingo, 22 de abril de 2012

a instancias de otra primavera























decías que en abril y nadie te escuchaba,
decías a las flores diminutas,
a los chopos, al río y a la hierba,
la desnudez decías
y todas las palabras se aquietaban en mi pelo.

[foto: daniel southard]

sábado, 21 de abril de 2012

a expensas de la luz






proyectar un suceso,
su carga emocional, y repetirlo
como si fuera un círculo en el agua,
acomodarse al ruido,
dibujar otra casa y mudarse a ella,
ralentizar, muy poco a poco,
el tiempo de las nubes,
el sol que no amanece,
el frío de las ramas desoladas,
la tristeza en lo extraño,

pintar también geranios
y muchos saltamontes,
desordenar las sílabas
por y entre los vacíos de un viejo cuaderno,

elegir cualquier música
que imperceptible suene casi blanca

—el mismo rito—,

no pensar,        no decir,
            olvidar,
y entonces,

ser sólo roca y tacto,
mineral equilibrio que sustenta
la cobarde dulzura de los líquenes.

[foto: jaime mu]

jueves, 19 de abril de 2012

(con) versando con Ángel Muñoz




Estuvimos en Leganés, él, Ángel Muñoz, nos citó allí, en su barrio, y como era de esperar no sólo se sintió cómodo, sino que también fue una pequeña ayuda para su nerviosismo inicial.

Nos contó sus proyectos, nos habló de su obra, de su propia evolución e hicimos algunas reflexiones sobre su brevísima forma de escribir. Parece que Ángel buscara decir con las mínimas palabras lo que carece de ellas, como si con la condensación y ayudándose del simbolismo fuera posible arrojar un poco de luz sobre lo invisible o lo indecible. Esa es la idea que me transmitió: la difícil búsqueda de lo esencial.

A la hora de preguntarle como quería aparecer (ese "título" que ponen los chicos a modo de presentación), dijo sin pudor que poeta le venía grande y el mismo —como podréis comprobar— eligió ser “persona a secas”. Definición que, bajo mi punto de vista, abarca toda una inmensidad.

No os cuento más, para verle y escucharle:


Si os interesa seguir sus pasos, su blog:



Muchas gracias, Ángel, un placer conocerte (al fin) y charlar contigo.
                                                                                                                 

viernes, 13 de abril de 2012

El último trazo




























Mientras el rojo se va sucediendo
un temblor de cipreses
confirmará tu muerte,
si alguien me preguntara,
no te preocupes,
diré que fuiste en busca de la luz
por los versos no escritos,

por saldar una deuda
sobre la desnudez del último trazo,

si alguien me preguntara,
diré que fue un noviembre sin espigas,
y que algunas palabras,
y que no llorar,
y que apenas tú
y el interior de un lápiz taciturno,

por tener un espacio
donde sea posible invertir el comienzo,
en los márgenes,                                                                      
para poder mirarnos y mirarnos,

desde lo previo,
para cruzar,    

              mientras el rojo.

[foto: oprisco]

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Nota: por problemas técnicos este jueves no se ha podido publicar "con versando". A los que habéis preguntado, muchas gracias por el interés. Esperamos solucionarlo en breve.

domingo, 1 de abril de 2012

Vértigo























Sin límites ni términos
la sangre se congela
como un presentimiento de cristales
y su rifle,
como la letra doble que traiciona
el fondo de los ojos

(se detiene un segundo),

germina la sequía en la garganta,
las moscas sobrevuelan los círculos desnudos,
la obsesión, 
las cloacas, el hígado infectado

(¿dónde voy?),

hablo desde la boca inodora,
desde la impavidez de la ausencia,
por lo antiguo,
hablo sobre la jaula que cubre
y la noche excedida a todos los verdugos

(¿tú quién eres?),

hablo para volver, aún respiro.

viernes, 30 de marzo de 2012

(con) versando con Alejandro Céspedes





No hacemos huelga porque no tenemos jefe ni patrón, ni siquiera un sueldo. Hacemos “con versando” por absoluta pasión y la pasión no entiende de huelgas. Quizá en ese sentido vamos un paso por delante, personalmente creo que no necesitamos una reforma laboral, sino una reforma integral y cuestionarnos más. Infinitamente más.

Charlar con Alejandro Céspedes en estos momentos de su trayectoria vital supone justamente eso, cuestionarse y sumergirse de su mano en la ontología de la propia existencia.

Pasamos una tarde estupenda y hablamos mucho. Irremediablemente, y a pesar de mi insistencia por volver sobre algún poemario anterior, “Topología de una página en blanco” nos ocupó de pleno.

Él es tan fascinante como encantador y por alguna extraña asociación de ideas, mientras charlábamos, a mí me venían a la mente unos versos de Neruda, concretamente de un poema de Residencia en la tierra que se titula “El desenterrado”: “y maderas nocturnas le rodean,/ y en él aún duermen palomas entreabiertas/ con ojos de cemento subterráneo”.

No está todo. Nunca está si acaso existe:


Os dejo el enlace de su página donde podéis descargar sus libros:


Alejandro, decirte gracias seguramente sea escaso, tú lo sabes, pero gracias, muchísimas gracias.


[en la foto: Eco (¿no es preciosa?)]

martes, 20 de marzo de 2012

balbucear
























balbucear las bestias
con la boca pintada de rojo,
incluso sin ninguna boca, transpirarlas
una a una:
la del vértigo oscuro,
la de la voz que busca el aliento,
la que respira y dice lo trémulo,
la que revienta,
la que baila desnuda y copula con algas

(por mi culpa, por mi grandísima culpa),

la que tiene serpientes entre los muslos,
la del álbum de fotos,
la de la sombra, sombra

(por mi culpa),

la que parió y cobarde casi amó,
la que murió de nieve,
la altiva, la imprecisa, la que obliga;

balbucear las bestias,
colocarlas de frente y, en silencio, atenderlas.
                                              

[foto: oprisco]

viernes, 16 de marzo de 2012

(con) versando con Carlos Salem




Si fuera un accidente geográfico, como decíamos en aquellos juegos  en los que sin saberlo ejercitábamos el arte de la metáfora, sería una catarata. Las palabras le fluyen en cascada y con esa caudalosa e intensa verticalidad conversa y escribe Carlos Salem.

Volvimos a los diablos azules porque Pilar no sólo acoge la poesía por la noche, también se implica y una vez más, con la mejor de las sonrisas, nos abrió las puertas por la mañana. Muchas gracias, Pilar.

Él, Carlos, a la hora de hacer poesía cree en la magia profunda y sencilla de las palabras. No necesita nenúfares ni alazanes para enfrentarse a los afectos y a la vida, simplemente oye el pulso del agua en los grifos de cada día y se deja llevar:


Si queréis seguir sus pasos:


Gracias, Carlos. Un millón de gracias por dejarnos espiarte, por tu cercanía, tu apasionada conversación y tus poemas.

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