sábado, 3 de mayo de 2014

"el runrún de las palabras" por Elvira Daudet




Quería compartir con vosotros la maravillosa presentación que hizo del runrún Elvira Daudet. Un privilegio de presentadora. Una gran poeta.



"En el último lustro la poesía de Paloma Corrales se ha ahondado hasta llegar a la raíz esencial  donde se encuentra el conocimiento de todo aquello  que no puede ser explicado por la razón; es decir, el arte de las emociones: la poesía con mayúsculas.  A la vez, la poeta  ha alcanzado una brillantez y originalidad estéticas que sería tan erróneo como  injusto mantener más tiempo silenciadas. A eso hemos sido convocados hoy, a dar  y tener noticia de un libro inconfundible El runrún de las palabras, su primer libro, que sitúa a Corrales, por derecho, en el panorama más interesante de la reciente poesía española.    
Este “runrún” de las palabras de Paloma Corrales supone para mí una gran alegría: primero por la admirable belleza del libro y segundo por una deuda de gratitud personal. Cuando, por insistencia de mi hermano Jorge, llegué al enmarañado y para mí incomprensible mundo de Internet y los blogs, que tantas satisfacciones me ha dado después,  hubo dos personas, José Luis  Zúñiga y Paloma Corrales, que me acogieron fraternalmente, publicando algunos de mis poemas y presentándome a sus lectores con exagerados elogios, como si se tratara de una mini campaña electoral de Estados Unidos. Ya entonces me comprometí moralmente a presentar su próximo libro,  primero de Corrales. Pude hacerlo, con una urgencia exasperante, con Ya tengo una bala en la cabeza, de nuestro inolvidable Zúñi, que nos gastó la broma macabra de morirse pocos días después para dar veracidad  al título de su libro.
Con Paloma fue todo lo contrario. A la urgencia desesperada de Zuñi, Corrales oponía una lentitud incomprensible, una resistencia que se me antojaba  desgana,  totalmente ajena al  ansia natural del  poeta por dar a conocer  su primer libro.  Si le preguntaba cuándo iba  a publicar su poemario, su respuesta invariable era: ”No tengo prisa”. Tardé en comprender que su resistencia no era debida a la falta de seguridad en sus poemas o al miedo escénico; era por respeto al milagro  vivo que tenía entre las manos. La lentitud  de Corrales  recuerda  la parsimonia previa y cavilosa del cortador de diamantes  al que han encomendado una piedra  única, que antes de tallarla debe estudiar despaciosa, meticulosamente,  para no desperdiciar ni una micra y sacarle todas las ventanas posibles de luz. El artesano confía, como el poeta,  que sean estos puntos de luz, nacidos de su amorosa factura, su firma indeleble.
En los últimos años mi fuerza se ha ido debilitando considerablemente,  haciéndome renunciar a presentar libros muy hermosos, algunos con premios importantes, de queridos amigos. Sé que ya no estoy en condiciones de hacer presentaciones brillantes que, con justeza, pongan de relieve las excelencias  del libro  y den lucimiento al acto, como debe ser. Pero nunca olvido una  deuda contraída, sobre todo si es de gratitud,  y estoy contenta de poder cumplir mi compromiso con Paloma Corrales en su entrada oficial a la poesía. A vosotros, que me habéis visto envejecer, os corresponde ser indulgentes si no estoy a la altura que el libro exige y vosotros merecéis.
A mí, que a lo largo de mi extensa vida he leído miles de kilómetros de versos, la poesía de Paloma Corrales me deleita y me entristece como la buena música; es bella, profunda, sensual,  elegante, y tiene  estilo propio. Corrales comenzó a escribir  para salvarse de la agónica soledad, la que todos nosotros  arrastramos como la cadena del perro que somos de los dioses, más la que se impuso a sí misma, alejándose del ruido bullicioso de la vida como un anacoreta, de los actos poéticos, e incluso de sus hijos. Una soledad tan solo compensada por la lectura apasionada de  poesía y por sus propios versos.
Ella, tan vital, tan amorosa y necesitada de amor,  era inevitable que dedicara gran parte de su poesía al tema amoroso. Y lo hace, en soledad, con la mayor libertad y valentía, pero sin perder nunca la elegancia, rindiéndose y entregándose  al deseo por el cuerpo amado ausente, siguiendo sus huellas en el  propio cuerpo. “porque te quedas/donde no alcanzo/ y me envuelves despacio/ porque tuvimos  lluvia con poemas  de Carver/ y nunca juntos/ porque desciendes/ sobre mi pelvis/temblando…” Escribiendo consigue  sacarle chispas al desamor, es el privilegio de la poesía.
Esta mujer, dotada de una sensibilidad poco común, se engolfó con la poesía y ha encontrado en ella  el soplo de aire necesario para seguir viva, es ese soplo el que da a sus versos  un  delicado temblor. La poesía ha sido también su razón de ser, su estímulo para inventarse  “otra” de sus propios escombros, y crecerse con coraje  subvirtiendo la oscura realidad  y transformándola en aquello deseado. Todos recordáis sus magníficas entrevistas a  poetas, grandes o en proceso de crecimiento, que nos dieron a todos un interesante panorama general del estado de la poesía actual, trazando un mapa exacto de las diferentes  poéticas que se hacen en Madrid. Lo que quizá no sepáis es que no sólo no cobraba por su trabajo,  sino que ponía su dinero para poder hacerlo. Trabajaba por amor al arte, nunca mejor dicho. En cualquier otro país con sensibilidad y amor a sus poetas su exhaustivo y documentado trabajo, poniendo en valor a los poetas más interesantes del momento, fueran de barrio o de salón, y haciéndolo con una frescura envidiable,  habría llamado la atención de los grandes medios fichándola de inmediato. Por supuesto, no en el nuestro. Tampoco era eso lo que ella buscaba, Corrales quería aprender, robarle a la poesía el secreto, quizá  escondido entre los múltiples  lenguajes de poetas tan diferentes.

LA VOZ

No es fácil para un poeta conseguir la voz que le defina y personalice, haciéndole, si no único, al menos diferente del resto de  los poetas; a veces es un proceso arduo que lleva años alcanzar. Lograrlo en un primer libro es casi un prodigio; Corrales posee una voz poética singular y  personalísima que queda manifiesta en este Runrún. Quizá  sea el “Don” que los dioses regalan a algunos elegidos, como premio a su trabajo  riguroso para dar cuerpo y expresividad al lenguaje, amén de una lectura constante y bien digerida. 
¿Dónde pone el poeta la mirada?, ¿qué pieza de la realidad le interesa capturar y hacer suya? El objetivo, el corzo a cazar en la poesía de Corrales es la belleza, nada menos. Pero no la belleza hueca de la figura de  porcelana con la que nuestras madres adornaron sus humildes hogares, sino con el contenido vivo y desbordante  de las  emociones, de la amarga e inexorable  experiencia del dolor. Para  lograr darle forma al tumulto emocional ha seguido conmovida la senda de los grandes poetas, estudiándolos con ahínco, espiando su fórmula y, ya aprendida, borrando cuidadosamente  sus huellas  para que la única música que salga de su afinado instrumento sea la suya, sin ecos ajenos.  En ese afán de perfección  lleva trabajando años, cortando, podando los versos hasta dejarlos en la esencia desnuda, tiritando.
En pleno proceso de madura lucidez, Paloma Corrales, en su ansiosa búsqueda del poema perfecto, le da vueltas al acto fallido de la existencia, para alejarse de las ruinas y trascenderlas. El fracaso de los sueños, la indeseable soledad, la dualidad amor-desamor, o lo que es casi lo mismo, la lucha agónica entre  el inflamado deseo y la mortecina  realidad componen las líneas maestras de su poética.
El runrún de las palabras, un libro sabiamente estructurado, se divide en tres partes: Fuimos, Restituir el llanto y Epílogo, unidas las tres por un elegante cordón umbilical en verso.
1º) “El leve acercamiento de mis manos era, dijiste, como el asombro de un pájaro que ha perdido su rama”
2º) “Inmersa en sus palabras se le olvidó nadar. Ahora tiene musgo entre sus manos y peces en el pelo”
3º) “Todos corremos hacia el mismo desnudo con distintas disciplinas. No hay excusas de tierra”

El libro se abre con un magnífico poema que titula “este poema” y expresa en pocos versos lo que yo más arriba he intentado explicar sobre su poesía:

este poema

en el andén más triste, un pensamiento,
casi un soplo,
un murmullo de trenes que se duelen
con frío de cordones desatados.

(escribo con asombro letra y cauce,
cauce y sangre,
palabra, invierno y látigo,
y sigo sin saber que es poesía)

en el andén sin nombre, como una prisa rota,
te espero y ya te has ido,
sin embargo
adopto una ternura de paraguas
para llorar la nada y todos sus paréntesis.
en el andén más triste
concluyo este poema que avanza soledades.  

Leed y disfrutad este hermoso libro.
Elvira Daudet"



Gracias, Elvira, infinitas gracias, por sentir y explorar así mi poesía y, sobre todo, por expresarlo de forma tan bella.

[foto: Andrea Andreu]

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