no sabes qué decir
a las cosas caídas que se cruzan contigo
ni cómo se alojaron
en tu alcoba
con su lengua de hule,
no sabes la sonrisa de la araña
ni tampoco te importan los glaciares,
te acuerdas
de otra casa dentro de ti,
otras veces,
cuando estar sola sólo era alumbrar
un arco iris
o simplemente ser un árbol,
cuando, con otra voz, los lápices
decían la mudez
del espliego
y no existían ojos recortados
ni muñones,
cuando despacio criabas a tus hijos
y la casa era bella
y la casa era bella
y era isla sublevada a la penumbra
y el cuerpo, entonces sí,
hallaba las palabras.
foto: roger ballen
10 comentarios:
Delicioso, Paloma...
Siempre será mejor hablar con el cuerpo (este conserva matices menos prosaicos pero más consistentes). Cuando las palabras cobran excesiva iluminación hay algo en la vida que se oscurece.
Participo de tu poesía porque es algo más que una "casa bonita" o un armario donde se pueden arrinconar los recuerdos.
El recuerdo de otra casa dentro de nosotros, de la que ahora estamos desahuciados.
Abrazos, siempre
Tu poema, Paloma, tu poema... todo lo que transmite, lo que transciende...
Fantástico!!!
Besísimo
No me canso de leerlo, a pesar del dolor que destila es una maravilla.
Gracias por el regalo de su poesía.
Me deslumbra ver la casa. La otra casa, y la presente. Un abrazo.
Nostalgia, sobre todo de las palabras que el cuerpo de hoy, no halla.
Besos para una alcoba de casas paralelas.
siento que todo es efímero, y aunque eso lo sepa de antes, siempre acongoja
Maravilloso!!! sin más!!
Nunca olvidamos el aroma que nos llenó de sol, ni los pájaros que se posaban en el pecho, ni la sombra de un ciprés en pleno invierno...
Ahora simplemente toca seguir.
Un beso.
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