A Paloma Corrales
La energía tiene un nombre:
Vladimir Maiakovski y yo.
Aunque él sienta que el yo es demasiado poco.
Y yo sea tal vez el último poeta
que exige el socialismo para amar
desesperadamente.
Que yo, como él, necesite precipitarme
en todos los corazones,
a pesar de que la barca del amor se estrella
una y otra vez contra la vida cotidiana.
Contra el silencio. Contra las palabras huecas.
Camarada vida, aprieta el paso
dice Maiakovski
o digo yo. Afirmamos ambos.
Camarada Vladimiro,
me quedan diez años de amar
con cierta pulcritud
o con un desahogado talante
de hombre enérgico,
con las categóricas afirmaciones
limpias y valientes,
limpias y valientes,
de un poeta vencido por el viento
de las costumbres.
Después ya nada será igual,
todo habrá terminado
y seremos felices.
Su blog: AQUÍ
[foto: john rawlings]
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Gracias, Poeta.
4 comentarios:
La barca del amor y la vida cotidiana...
Tú también eres.
Gracias, Paloma.
Besos, eses y tildes.
Bello.
Un hermoso poema, hermoso regalo. Felicidades.
Bss
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